Valeria
Y, sí. Yo soy la hermana mayor, tengo
que dar el ejemplo. Lucas no tiene ni idea de lo que está pasando, todavía es
chiquito. Mejor para él, así no sufre. No es que yo sufra mucho porque se vaya
de casa, creo que sin las constantes peleas vamos a vivir mejor. Ver todos los
días los ojos enrojecidos de mami y la cara de enojado de papá me tiene harta.
Además, a mí mucho no me quiere, siempre prefirió a Martina y habló mal de mí:
“ésta se la pasa escondida atrás de un libro, nunca quiere jugar, se las da de
inteligente, como la madre”, dice.
No sé qué hacer, realmente. Hace
media hora que estoy despierta, dando vueltas en la cama y con ganas de hacer
pis. La verdad, la verdad… no me quiero levantar y ver el momento en que se
marche con su enorme valija roja a cuestas. ¿Cuánto tiempo necesitará para
juntar sus cosas? ¿Qué estará haciendo mami, sola, en el comedor?
Bueno, no aguanto más. Martina está
despierta hace rato y llora sin parar. Voy a tener que ir al baño y volver a
consolarla, aunque muy bien no sé qué decirle… no puedo contarle que esto es un
alivio, va a pensar que soy una egoísta insensible.
Espero no cruzarme a ninguno de los
dos en el trayecto al baño. Al final, tengo doce años y tengo que hacerme cargo
de todo: de consolar a mi hermana, de entretener al más chico, de no herir a
mamá que está tan susceptible que se larga a llorar por cualquier cosa y de
evitar la mirada entre triste y furiosa de papá, que parece no tener capacidad
de plantearnos lo que pasa con palabras. Mucho menos con afecto. Espero que se
apure, que esta pesadilla termine de una vez.
Nacho
Ya sé que todo es mi culpa. Desde los
veinte años estoy viviendo una vida equivocada, que no me corresponde. Mi
primer error fue creer que una princesa morocha y de ojos como estrellas, con
ideas hippies y con estudios podía enamorarse de mí. Ella dice que sí estuvo
enamorada pero que, el tiempo y mis constantes desaciertos hicieron que ese
amor muera. No le creo, me debe haber usado para sacarse de la cabeza algún
noviecito “cogotudo” o para escaparse de la vida asfixiante de la casa de los
viejos amargos que tiene como padres.
Bueno, Nacho, el cuentito de hadas
terminó. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Casamiento, fiesta, tres
hijos, casa, perro… la vida perfecta. Todo a la mierda.
Nunca nos llevamos muy bien que
digamos: ella tan nariz parada, con su música, sus libros, sus clases, sus
alumnos, sus amigas tan cultas y amables; yo, un simple y tosco camionero que
lo más erudito que he hecho en mi vida es leer la sección de deportes del
diario. “Erudito”, mandé, mirá vos, ya estoy tirando palabras de profesor…
Es cierto que me jugué todo. El bar
ese es una perdición, tendrían que prohibirlo. Me siento a jugar a las cartas y
empiezo apostando unos pesos y no puedo parar… parece una enfermedad, no me
controlo. Perdí, muchas noches seguidas y lo oculté todo el tiempo que pude.
Hasta que cayeron a cobrar: no nos quedó nada, dilapidé ahorros, casa y auto. Y
por más que le expliqué mil veces que lo hice para mejorar nuestro nivel de
vida y que las cosas no me salieron como las planifiqué, la muy perra no quiso
creerme. Así fue que empezó a hablar de separación, del fin del amor y de la
mar en coche.
Acá estoy, domingo de asado y fútbol
en familia y yo armando la valija para irme a algún hotelucho de mala muerte a
vivir solo.
¡Qué triste me siento! La sigo
queriendo pero no puedo hacer nada. No soy buen marido ni buen padre, estos
tres pibes van a tener que crecer sin mí. Soy un hombre derrotado. En esta
valija roja, como los corazones que antes me dibujaba, está lo único que me
queda: ropa, fotos, deshonor y desconsuelo.
Martina
No puedo parar de llorar, ya me duele
la nariz de tanto sonarme los mocos y la cabeza me estalla. Papi se está yendo
de casa, no va a vivir más con nosotros y no sé cómo voy a hacer para seguir
adelante.
Valeria se hace la dormida, me doy
cuenta porque se está moviendo demasiado. Claro, a ella no le importa tanto,
total es la preferida de mami y va a seguir viviendo con la que la apaña. Pero yo… pobre
de mí… el que siempre me mimó y defendió de los ataques de estas dos brujas fue
papá y se va para siempre.
¿Cómo les explico a mis compañeras de
escuela? Que yo sepa, ninguna tiene a los padres separados… ¡qué vergüenza! Voy
a intentar mentir y mantener en secreto esta situación la mayor parte del
tiempo que pueda, no quiero que me miren como un bicho raro.
Lo escucho y se me parte el corazón.
Está cerrando, con mucho ruido, la cremallera de la valija roja. Pensar que la
compró hace como dos años para usarla el día que tuviéramos plata para irnos de
vacaciones. Valija de mierda, la odio, no quiero ni verla.
Igual, más la odio a mamá, ¡eh! Ella
fue la que tomó la decisión, papucho me lo dijo bien clarito cuando fuimos
juntos a la verdulería.
Yo sé que él la sigue queriendo pero hizo algunos líos, no sé
muy bien de qué se tratan, y mamá no lo quiere perdonar. ¡Qué inflexible tiene
el alma! No sólo nos deja sin papá sino que lo larga así, solito, sin más que
esa odiosa valija, a buscarse un lugar para vivir. No la voy a perdonar nunca,
nunca… si quiero puedo ser mucho más mala que ella y el dolor que me está
causando no lo voy a superar tan fácil.
Lucas
¡Uh, se me escapó el pis otra vez!
¡Qué raro! Ya tengo cinco años, soy de la sala de los más grandes del jardín y
me pasa esto… igual mami no se va a enojar: “es un accidente” me va a decir. Y
me va a dar muchos besos para que yo no tenga vergüenza.
Las chicas duermen todavía… ah, no,
Martina está llorando. Siempre llora, parece re chiquitita, ¿le dolerá algo? Le
tengo que contar a mami así la lleva al doctor.
Me voy a apurar a levantarme porque
es domingo y no tengo que ir al jardín. Seguro que me dejan salir a la vereda a
jugar con Germán, mi mejor amigo de la cuadra, ¡qué divertido!
Lo escucho a papi haciendo ruido, a
ver qué hace… desde mi cama se ve un poquito… ¡guau, qué emocionante, está
metiendo ropa en la valija roja! ¿Se irá de vacaciones solo o nos llevará a
todos? Seguro que se va solo, nosotros no podemos faltar a clases. Además no
hay nadie que pueda venir todos los días a cuidar a Tuco. A las mascotas hay
que protegerlas, no lo podemos abandonar así nomás para irnos de vacaciones.
Bueno, voy a correr a ver qué está
haciendo y a pedirle que si se va de viaje me traiga algún regalo. Ojalá vaya a
Estados Unidos, ahí están las mejores jugueterías del mundo… mmm..., tengo que
pensar tranquilo que le voy a pedir.
Susana
Ya me tomé dos pavas de mate, tengo
un agujero en el estómago. Y una angustia tan grande en el alma, tengo que
encontrar la forma de calmarme para que los chicos me vean tranquila y no se
pongan tristes. No va a resultar fácil contenerlos, sobre todo a Martina que
está enojada conmigo y a Luquitas, tan chiquito, mi amor, no sé como explicarle
lo que pasa.
Fracaso. Es la primera palabra que se
me viene a la mente. Soñé
toda la vida con enamorarme, casarme y armar una familia hermosa. Nunca se me
pasó por la cabeza la separación, ¿dónde quedó el “hasta que la muerte nos
separe”?
Nacho está enojadísimo y sé que no
puedo esperar mucho de él. Ya me dejó bien clarito que no va a haber ni ayuda
económica ni compañía en la toma de decisiones importantes, ni siquiera en
aquellas relacionadas con los chicos. No entiendo cómo puede ser que dos
personas que se quisieron tanto se transformen en enemigos. Lo único que le
interesa es lastimarme, no le importa nada más.
¿No se da cuenta de que ya me
lastimó? Dejarnos sin casa, sin auto, sin ahorros… ya sé que es una adicción lo
que tiene, como si fuera alcohólico. Pero no lo puedo perdonar, arriesgar así
toda nuestra vida… no puedo.
Quién sabe qué consecuencias
psicológicas van a recaer sobre los chicos. Estoy cansada de escuchar a todo el
mundo que dice lo mismo: “para ellos es mejor que se separen y no seguir
escuchando peleas”. Es muy fácil decirlo, yo no puedo sacarme la maldita culpa
de la cabeza, ya es obvio que Luqui se hace pis en la cama, con cinco años, por
algo que le está haciendo mal
Voy a tener que salir a buscar otro
trabajo. Dar clases a la mañana y a la tarde no me va a alcanzar, somos cuatro
a comer y no va a ser fácil. Espero conseguir alguna vacante en algún colegio,
para trabajar de noche también. Encima eso, todo el día trabajando y poco
tiempo para dedicarle a mis cachorros desamparados.
Ya está cerrando la valija. ¡Al fin!
Espero que la agarre y salga de casa sin siquiera saludarme. No quiero escenas
de llanto ni de gritos, ni una más en mi vida si esto fuera posible. ¿Por qué
será que es mucho más duro ver llorar a un hombre? No lo soporto, que se vaya
de una vez y después a juntar fuerzas para salir adelante.
muy bueno Vick, te felicito!
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