15 de mayo de 2015

¡Estoy de festejo!

Participé del Concurso de Aguafuertes Arltianas, organizado por Purapalabra Taller Literario y ¡oh, sorpresa!, mi texto fue seleccionado para ser leído en el programa Atando cabos, por Radio Cooperativa.
Estoy contentísima.

Les dejo el audio ACÁ

Y para los que tienen fiaca, les copio el texto seleccionado:



Hambre

           “El Jonatan llora. Tiene hambre. Ni una gota de leche queda en esta casa. Qué cagada, che. Y mis tetas, secas. El tordo me avisó que eso me iba a pasar.  Que si yo como poco, la leche se termina. Y pasó nomás. Lástima que no soy una vaca y me puedo alimentar a yuyo...”
           Se levantó angustiada y corrió a acunar a su hijo de escasos meses. Ni bien la olió y sintió el calor de su abrazo, se calmó. Pero la tregua duró poco. No hay mimos ni aroma que reemplacen la sensación de estómago lleno. En pocos minutos, el bebé lanzó un berrido capaz de despertar a todo el vecindario.
           Apurada, lo envolvió en una manta gastada pero limpita y salió a la calle. Sólo se veían algunos perros flacos que se empecinaban en romper las bolsas de la basura y un par de pibes que tomaban cerveza en el cordón de la vereda.
           Sintiendo la cara ardiente por la vergüenza se acercó a ellos y les pidió un par de pesos para comprar un sachet de leche. La miraron, suspicaces y se rieron: “Eh, amiga...si tuviéramos un par de pesos para regalarte, no estaríamos pensando a quien punguear....”.
           Sintió que la garganta se le hacía un nudo y lloró a la par de su crío, que se retorcía entre sus brazos. “Le duele la panza de hambre, no de pedos como a los nenes ricos.”, pensó.
           Volvió a su casa y dejó de lado el lamento inútil. Revolvió entre las pocas pertenencias que el Juan había dejado el día en que la abandonó, justo aquel día en que ella le había contado de su embarazo. Allí estaba: una pistola. Negra, chiquita, pesada... Sin balas, pero eso no importaba. Ella la quería para asustar.
           Dejó con aprensión al Jonatan que llorara en su cuna: “Diez minutos, mi amor. Mamá va a buscarte comida”, le dijo suavecito.
           Y sin más vueltas se fue hasta el almacén de la esquina. “O vuelvo con varios litros de leche o vuelvo muerta. Cualquiera de las dos cosas pueden ser buenas para el nene.”, se dijo.

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