28 de agosto de 2014

Prólogo, escrito para Amores Locos, por Dante Palma



Elogio de los eros arrebatados, de pasiones que no calculan, de pequeños momentos totalizantes. Se trata de amores bien terrenales que muchas veces no fueron correspondidos y dejan marcas. Como las que carga ese hombre que en “El duelo postergado” relata el sufrimiento que le había causado esa mujer que algunos años después reencuentra y ante la propuesta de oficiar de semental prefiere seguir comiendo su bife de chorizo. Sí, un bife de chorizo. O como la chica linda que, naturalmente, nunca se interesó por Jorgito, el tonto del barrio, y algunos años después comprendió que nunca más conseguiría ser amada por alguien de esa forma. Porque las marcas, las heridas, nunca son las mismas. Son esencialmente corruptas y, aliadas al tiempo, se resignifican porque siempre interpretamos nuestro ayer por lo que somos hoy.  
Pero también son amores terrenales los que tenemos cuando abrazamos con fervor una causa social o política a pesar de que muchos nos quieran relatar que este tipo de compromisos sólo puede ser conducente si proviene de una decisión racional. ¿Pero acaso no es amor, pasión y convicción lo que la protagonista de “El asado” deja traslucir cuando se niega a quemar los libros “prohibidos” ante su hija de 9 años incapaz de comprender que todo está sucediendo en un contexto de dictadura sangrienta que ni el mejor Ray Bradbury pudiera haber imaginado? Mismas cavilaciones e incomprensiones por las que atraviesa la nena de “Orgullo o vergüenza” cuando no alcanza a dimensionar las trayectorias de una vida y de un abuelo peronista que había tenido que dedicarse a levantar apuestas clandestinas.
Pero es también el amor como testimonio cuando en “La Incubadora” una mujer nos cuenta en primera persona una historia de sucesivas apropiaciones de su cuerpo, desde su secuestro en un caso de trata de personas hasta las trabas legales y las imposiciones morales que la obligan a proseguir con el embarazo surgido de múltiples violaciones.       
En síntesis, amores locos, no tontos. Literatura en el barro, en nuestra historia, en la esquina, con el corazón.

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