Textos sin Pretextos
Los cuentos de Vichi
11 de marzo de 2016
3 de diciembre de 2015
Palabras que cortan
Con la presencia de la periodista y productora Luciana Glezer, el escritor Hernán Fernández y el músico y compositor Iván Camaño sale al ruedo este nuevo volumen de relatos cortos, editado por Textos Intrusos y con tapa de la creativa Patricia Jugo.
Están todos invitados.
2 de junio de 2015
Amores Locos sigue sumando minutos de radio.
Mañana, a eso de las 15.30 hs. voy a estar parloteando con los copados de "La gente que me gusta", en Radio Zónica.
Para los que gusten escuchar: CLICK ACÁ
Para los que gusten escuchar: CLICK ACÁ
21 de mayo de 2015
Amores Locos en radio
Les dejo la nota que hice sobre Amores Locos en "Aires de Mañana", por FM 87.5, la radio del Ministerio de Defensa.
Para escucharla completa, click ACÁ
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20 de mayo de 2015
La justicia injusta
Cuando la justicia no es justa. Cuando la justicia me enoja. Cuando la justicia ataca a niños en lugar de defenderlos.
Ahí, me pongo a escribir.
Pasen y lean mi última nota
Ahí, me pongo a escribir.
Pasen y lean mi última nota
18 de mayo de 2015
Cosa
En tiempos en que ser cosa está prohibido, a veces soy cosa. Soy cosa y me gusta.
Soy culo, soy piernas. Soy tetas, soy manos. Soy vagina. Soy aullido, soy sudor. Soy consumidora y proveedora de goce.
Y él es cosa también. Es brazos, es lengua. Es pija, es dedos. Es semen, es jadeo. Es origen y destino del orgasmo.
Las partes del cuerpo son sólo eso: partes. Y cumplen funciones: tocan, chupan, olfatean, gimen, mojan, muerden.
A veces soy cosa y él es cosa y nos gusta. Y dejamos de razonar, de recordar, de temer y de dudar. Porque las cosas no tienen cerebro. Y es bueno convertirse, por un rato, en cosa.
Soy culo, soy piernas. Soy tetas, soy manos. Soy vagina. Soy aullido, soy sudor. Soy consumidora y proveedora de goce.
Y él es cosa también. Es brazos, es lengua. Es pija, es dedos. Es semen, es jadeo. Es origen y destino del orgasmo.
Las partes del cuerpo son sólo eso: partes. Y cumplen funciones: tocan, chupan, olfatean, gimen, mojan, muerden.
A veces soy cosa y él es cosa y nos gusta. Y dejamos de razonar, de recordar, de temer y de dudar. Porque las cosas no tienen cerebro. Y es bueno convertirse, por un rato, en cosa.
15 de mayo de 2015
¡Estoy de festejo!
Participé del Concurso de Aguafuertes Arltianas, organizado por
Purapalabra Taller Literario y ¡oh, sorpresa!, mi texto fue seleccionado
para ser leído en el programa Atando cabos, por Radio Cooperativa.
Estoy contentísima.
Les dejo el audio ACÁ
Y para los que tienen fiaca, les copio el texto seleccionado:
Estoy contentísima.
Les dejo el audio ACÁ
Y para los que tienen fiaca, les copio el texto seleccionado:
Hambre
“El Jonatan llora. Tiene hambre. Ni una gota de leche
queda en esta casa. Qué cagada, che. Y mis tetas, secas. El tordo me avisó que
eso me iba a pasar. Que si yo como poco,
la leche se termina. Y pasó nomás. Lástima que no soy una vaca y me puedo
alimentar a yuyo...”
Se levantó angustiada y corrió a
acunar a su hijo de escasos meses. Ni bien la olió y sintió el calor de su
abrazo, se calmó. Pero la tregua duró poco. No hay mimos ni aroma que
reemplacen la sensación de estómago lleno. En pocos minutos, el bebé lanzó un
berrido capaz de despertar a todo el vecindario.
Apurada, lo envolvió en una manta
gastada pero limpita y salió a la calle. Sólo se veían algunos perros flacos
que se empecinaban en romper las bolsas de la basura y un par de pibes que
tomaban cerveza en el cordón de la vereda.
Sintiendo la cara ardiente por la
vergüenza se acercó a ellos y les pidió un par de pesos para comprar un sachet
de leche. La miraron, suspicaces y se rieron: “Eh, amiga...si tuviéramos un par
de pesos para regalarte, no estaríamos pensando a quien punguear....”.
Sintió que la garganta se le hacía un
nudo y lloró a la par de su crío, que se retorcía entre sus brazos. “Le duele
la panza de hambre, no de pedos como a los nenes ricos.”, pensó.
Volvió a su casa y dejó de lado el
lamento inútil. Revolvió entre las pocas pertenencias que el Juan había dejado
el día en que la abandonó, justo aquel día en que ella le había contado de su
embarazo. Allí estaba: una pistola. Negra, chiquita, pesada... Sin balas, pero
eso no importaba. Ella la quería para asustar.
Dejó con aprensión al Jonatan que
llorara en su cuna: “Diez minutos, mi amor. Mamá va a buscarte comida”, le dijo
suavecito.
Y sin más vueltas se fue hasta el
almacén de la esquina. “O vuelvo con varios litros de leche o vuelvo muerta.
Cualquiera de las dos cosas pueden ser buenas para el nene.”, se dijo.
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